Cuando Priscilla Nowajewski, nuestra astrónoma y climatóloga, reflexiona sobre su camino hacia la astronomía y la climatología, su historia revela un trayecto tan único como las atmósferas planetarias que estudia. "No fue un sueño de niña", comenta. Su infancia estuvo marcada por paseos al aire libre, videojuegos y una fascinación creciente por la naturaleza y los animales. Fue recién en la adolescencia, gracias a inspiradoras profesoras de ciencias y un interés tardío por la física, que Priscilla comenzó a mirar hacia las estrellas.
Hoy, con tres años de experiencia, Priscilla desempeña un papel clave dentro de ALMA. Su trabajo es vital para el éxito del observatorio, donde las condiciones climáticas extremas pueden determinar la calidad y continuidad de las observaciones. "El clima es fundamental porque afecta directamente los datos que obtenemos", explica. Desde la planificación de observaciones hasta la seguridad del personal, la información meteorológica que proporciona Priscilla optimiza las operaciones en este entorno extremo.
Uno de sus mayores logros es haber desarrollado un sistema interno de pronóstico del tiempo adaptado a las necesidades específicas de ALMA. Este prototipo combina modelos atmosféricos globales, como el GFS y el ECMWF, con herramientas como Python y Bash para generar predicciones localizadas y precisas. El GFS (Global Forecast System), desarrollado en EE. UU., y el ECMWF (European Centre for Medium-Range Weather Forecasts), de Europa, son modelos meteorológicos globales utilizados para predicciones climáticas. El GFS destaca por su frecuencia de actualización (cada 6 horas) y predicciones de corto y mediano plazo con 13 km de resolución, mientras que el ECMWF es reconocido por su precisión superior en predicciones de mediano plazo con una resolución de 9 km. Ambos son esenciales para optimizar las observaciones en ALMA, adaptándose a las condiciones extremas del altiplano chileno.
"Utilizo estos modelos para refinar datos sobre el vapor de agua, un parámetro esencial para nuestras observaciones de alta frecuencia", señala Priscilla, destacando cómo su trabajo contribuye a la excelencia científica de ALMA.
El clima no solo influye en las observaciones astronómicas, sino también en las operaciones diarias. Las antenas de ALMA, diseñadas para resistir vientos de hasta 65 m/s, deben entrar en "modo de supervivencia" cuando los vientos alcanzan los 20 m/s o cuando se acumula nieve. Esta maniobra protege los equipos y asegura la calidad de los datos. Además, eventos como tormentas eléctricas o "vientos blancos" (una combinación de nieve y viento que reduce la visibilidad) pueden detener temporalmente las operaciones.
Priscilla también analiza patrones climáticos históricos para identificar tendencias en los datos meteorológicos del sitio. "Estudiar estas dinámicas me permite anticipar eventos recurrentes y evaluar su impacto en nuestras actividades", explica. Su labor como climatóloga no se limita a ALMA; su interés por la dinámica atmosférica planetaria la lleva a explorar exoplanetas y su potencial para albergar vida. "Estamos cada vez más cerca", dice con optimismo, refiriéndose al avance en la búsqueda de condiciones similares a las de la Tierra en otros puntos del Universo.
Más allá de la ciencia, Priscilla combina su pasión por la astronomía con su lado artístico. Con más de una década de experiencia en pintura en acuarela, ha participado en exposiciones que fusionan arte y ciencia, explorando temas como el Sistema Solar y los meteoritos. "Creo que el arte y la ciencia son formas complementarias de entender y expresar nuestra conexión con el universo", comenta.
La historia de Priscilla Nowajewski refleja la importancia del clima no solo como un factor operativo de excelencia y seguridad en ALMA, sino como una ventana hacia una comprensión más amplia del cosmos. Su dedicación y creatividad demuestran cómo la ciencia puede ser tanto un camino de descubrimiento como una fuente de inspiración.
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